lunes, 13 de julio de 2009

El Mundo de Sofía

Se puede sacar un conejo blanco de un sombrero de copa. Dado que se trata de un conejo muy grande, este truco dura muchos miles de millones de años. En el extremo de los finos pelillos de su piel nacen todas las criaturas humanas. De esta manera son capaces de asombrarse por el imposible arte de la magia. Pero conforme se van haciendo mayores, se adentran cada vez más en la piel del conejo, y allí se quedan. Están tan a gusto y tan cómodos que no se atreven a volver a los finos pelillos de la piel. Sólo los filósofos emprenden ese peligroso viaje hacia los límites extremos del idioma y de la existencia. Algunos de ellos se quedan en el camino, pero otros se agarran fuertemente a los pelillos de la piel del conejo y gritan a todos los seres sentados cómodamente muy dentro de la suave piel del conejo, comiendo y bebiendo estupendamente.

-¿Mamá, no te parece extraño vivir? -empezó.
La madre se quedó tan aturdida que no supo qué contestar. Sofía solía estar haciendo los deberes cuando ella volvía del trabajo.
-Bueno -dijo-. A veces sí.
-¿A veces? Lo que quiero decir es si no te parece extraño que exista un mundo.
-Pero, Sofía, no debes hablar así.
-¿Por qué no? ¿Entonces, acaso te parece el mundo algo completamente normal?
-Pues claro que lo es. Por regla general, al menos.
Sofía entendió que el filósofo tenía razón. Para los adultos, el mundo era algo asentado. Se habían metido de una vez por todas en el sueño cotidiano de la Bella Durmiente.
-¡Bah! Simplemente estás tan habituada al mundo que te ha dejado de asombrar -dijo.
-¿Qué dices?
-Digo que estás demasiado habituada al mundo. Completamente atrofiada, vamos.
-Sofía, no te permito que me hables así.
-Entonces, lo diré de otra manera. Te has acomodado bien dentro de la piel de ese conejo que acaba de ser sacado del negro sombrero de copa del universo. Y ahora pondrás las patatas a cocer, y luego leerás el periódico, y después de media hora de siesta verás el telediario.
El rostro de la madre adquirió un aire de preocupación. Como estaba previsto, se fue a la cocina a poner las patatas a hervir. Al cabo de un rato, volvió a la sala de estar y ahora fue ella la que empujó a Sofía hacia un sillón.
-Tengo que hablar contigo sobre un asunto -empezó a decir.
Por el tono de su voz, Sofía entendió que se trataba de algo serio.
-¿No te habrás metido en algo de drogas, hija mía?
Sofía se hechó a reír, pero entendió por qué esta pregunta había surgido exactamente en esa situación.
-¿Estás loca? -dijo-. Las drogas te atrofian aún más.
Y no se dijo nada más aquella tarde, ni sobre drogas, ni sobre el conejo blanco.

2 comentarios:

  1. que pregunta!!! lastima que la respuesta es tan difícil de encontrar, en realidad, la tendrá???
    lo que si es una curiosidad es como los padres generalmente están tan poco preparados para contestar, o guiar a los hijos en estas preguntas existenciales, que su primer reacción es pensar que andan en drogas. la búsqueda de respuestas, ese tipo de preguntas, esas dudas, son productos de la búsqueda interior, son la esencia que nos lleva a el autoconocimiento, a la búsqueda de lo espiritual, no tiene que ver con drogas.. cuando entenderá el resto del mundo!!!
    un beso, me encanto!!

    ResponderEliminar
  2. Si, hay un mundo y no, no hay porque aferrarse a la piel del conejo y si, puedo preguntar, y no, quiza no puedan responder, y si, creerán que es otro mi problema, y no, quiza lo es pero estan en deuda, y si, esta pregunta cuesta, y no, jamás sabrán que pongo bajo mi lengua.

    ResponderEliminar